Sí, efectivamente. Estamos acabando el primer cuarto del siglo XXI y de las zapatillas Nike con robocordones de Marty McFly en “Regreso al futuro II”, ni rastro. Si, algún tejido antimanchas, otro que se arruga poco… Pero meh, poco más.
Es curioso que me estés leyendo en un smartphone en el que tienes el mundo en la palma de la mano, y sin embargo, para vestirnos aún usamos pelos y dermis de animal, frutos y restos de plantas trituradas…
Hoy vamos a hablar (muy resumidamente, porque este tema da para libro) del material del que está hecho un buen traje: La lana.
También podría ser de la alpaca, cashmere, vicuña, o el pelo de camello, que son pelos y fibras igualmente obtenidas de animales vivos, (no así el cuero, que se consigue postmortem, un detalle mínimo, ¿No?…) y de la misma forma que hace tropecientos siglos, con un señor espatarrando al animal y esquilándolo.
Las cualidades biotérmicas de la lana gracias a la keratina y la resistencia al roce y torsión, hacen de la lana un tejido insustituible, con gran capacidad de absorción de las tintadas (color final), transpiración y recuperación de la arruga.
Hay unos cuantos pasos intermedios hasta obtener un tejido de una calidad adecuada, caída y aspecto confortable para realizar un buen traje: el lavado, el peinado o cardado, la hilatura, la trama y en consecuencia, la tela. La calidad del tejido va condicionada en dos apartados: La calidad de la oveja y su raza en sí, habitat y alimentación. Y luego, por supuesto, de lo que hagas con el vellón, o sea de la cantidad de fibras de pelo que se consiga meter en un cabo, para conformar un hilo, y a su vez tras pasar por el telar, la resulta de una tela que se clasifica en la nomenclatura Súper S y que se mide en micras de grosor.
Existen al menos 200 razas de ovejas y su lanaje es usado para diferentes productos según su calidad. La más común y de una calidad excelente es la oveja merina, originaria de aquí, española aunque existen unas pocas superovejas, en el sur de Australia que dan una lana tan sedosa fina y a la vez resistente que los escasos fardos que se producen sólo se venden en subasta para las grandes firmas tradicionales y un traje confeccionado con este tejido y que se catalogaría en la tabla alta como Micron 23, puede llegar a costar como un coche pequeño…
¿Merece la pena, un traje de esa calidad excelsa? Bueno, si te lo puedes permitir, si. Imagina un tejido fresco en verano y cálido en invierno, que puede pesar menos de un par de kilos por traje, indeformable, hipercómodo y que acepta las tintadas de un modo profundo y nítido. ¡Maldita sea, claro que sí! Un poco de Kevlar como entretela y a salir de marcha con John Wick…!
¿Te atreves a adivinar de qué calidad son nuestros trajes y su Súper S?
Si quieres que hable de cualquier tema en particular, tienes alguna duda, o te gustaría darme tu opinión sobre cualquier cosa no dudes en escribirme a mi email; delafuente@bundcompany.com

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