Teníamos un plan. No era perfecto, pero no había otro mejor…
Todo comenzó unos cuantos meses atrás, cuando un valiente cliente habitual acompañado de su novia entró en la tienda anunciando que se casarían para el verano. El caso, es que la pareja estaba preocupada porque el padre de ella, se negaba en rotundo a ponerse un chaqué. Que sí haría mucho calor, que si tan bajito como era iba a parecer un pingüino, que si eso era de cursis decimonónicos…
“Solo tendremos una oportunidad para convencerlo de que no vaya con su traje de las BBCs gris oscuro de los años 90…” dijo la novia. Habían elegido esa etiqueta para su enlace, y el único que no iba a llevar chaqué, no podía ser el padrino… Me ajusté el nudo de la corbata, me tiré de los puños de la camisa ajustándolos a las mangas de la chaqueta y dije con sonrisa de tiburón; “Yo me encargo“.
Llegó el día de la última prueba del novio con su chaqué y venía de “acompañante” el padrino. Al presentarme al señor, le estreché la mano y le espeté directamente: “¿Usted es el que quiere asistir al día más especial de su hija vestido como no debe…?“
Se hizo al momento un silencio tenso en el que el novio no sabía si reír o estrangularme y el padrino de repente entendió que no solo era su yerno al que iban a vestir allí. Era una trampa.
“A mí no me vas a convencer de que me vista como lo que no soy, que con ese traje de pingüino iba Gaby, el de los payasos de la tele…“
Su hija, me lo advirtió. “No será fácil, le encanta discutir, es su pasión y a veces gana las discusiones aún sabiendo que no tiene la razón, solo por perseverar y no bajarse del burro“. Por esa razón decidí empezar fuerte; “Señor, sepa usted, que un caballero no militar, en los más altos actos protocolarios debe vestir si así lo indica la etiqueta, el uniforme civil por excelencia. Un chaqué“. Esas tres palabras, (uniforme-no militar) llamaron la atención de mi nuevo cliente.
“¿Conoce usted los orígenes y motivos del chaqué/levita que ha llegado a nuestros días a través de los siglos?. Haremos algo, mientras le afino un par de detalles a su yerno, voy a explicarle por qué un caballero debe llevar este atuendo que es peculiar, pero no estrafalario como usted cree. A veces para saber si un plato gusta o no, hay que probarlo antes“.
Entonces mientras yo órbitaba alrededor del novio rematando el aplomado de su atuendo empecé con la “clase” de historia:
El chaqué, tiene su origen en la uniformidad militar de caballería de los ejércitos franceses e ingleses y datan de finales de siglo XVIII. Su nombre actual traducido proviene de Francia, de otra prenda similar a su vez usada por los trabajadores a caballo en el campo: la “jaquette” o chaquetilla. A España llegó esta prenda, luego habitual para los civiles, de la mano de las tropas de Napoleón en el intento de invasión y conquista. Paralelamente, los nobles ingleses también usaban la versión de esta prenda militar para montar a caballo, en días de la caza del zorro, por ejemplo… También el ejército de caballería británico tenía instaurada su uso y fueron fácilmente reconocidos por esta prenda en la época de la guerra de secesión americana por los famosos “dragones rojos” con su inconfundible levita roja. Cuerpo que por cierto sigue vigente hoy día como guardia real de la Queen Elizabeth.
El caso es que este “uniforme” que tanta gloria y lustre dió a los ejércitos, empezó a versionarse en negro o gris para los hombres con responsabilidades civiles especiales, como el cuerpo diplomático o la nobleza sin título militar. “Es como un uniforme civil, y para actos sublimes sería el indicado“, le dije a mi cliente en potencia, que asistía estupefacto al monólogo. La levita, (continué) debe ser confeccionada en dos partes, la chaquetilla (jaquette) y el faldón, que jamás debe rebasar el comienzo de la rodilla por detrás, debe ser realizado en forma ovalada con una gran abertura (para que, si montaramos a caballo, estás quedasen a cada lado de la grupa) superpuestas, con un juego de “tijera”, de tal forma que en posición en pie relajada, una parte mínima central descanse sobre la otra, apreciándose de espaldas una imagen limpia y compacta, pero cómoda para el usuario, al por ejemplo, sentarse. Por delante, un sólo botón central a la altura del plexo, y las solapas de palas clásicas en pico. Es un atuendo que el protocolo nos permite llevar sólo hasta el mediodía, no sería correcto llevarlos en actos de noche, para eso está el frac o el smoking o el tuxedo (no, no son lo mismo) y de ahí, el nombre que recibe en Inglaterra esta prenda: Morning Coat. Los colores adecuados han de ser en negro o gris “oxford” (un gris medio concreto, muy british…). El chaleco tiene algo más de opciones a elegir, pudiendo ser cruzado o recto con o sin solapas y hoy en día se pueden elegir una amplia gama de colores y optar por el lino como materia más cómoda por su ligereza y frescura, en vez de lana, indicado para climas más fríos. Originalmente, el chaleco debía ser en color negro (con vivo en blanco si se estuviera jubilado o retirado de la actividad profesional o viudo) para los mayores, y el gris para los jóvenes o solteros. Por último, el clásico pantalón de rayas negras sobre fondo gris, se lo debemos a los diplomáticos o emisarios reales que representaban a sus gobiernos o países en cumbres internacionales, dejando el pantalón negro o gris, según color de la levita, para actos meramente lúdicos, como las famosas carreras de caballos de Ascot, por ejemplo…
Con la boca seca, miré a mi posible cliente a los ojos, me acerque y le pregunté: “Ahora que sabe el por qué, ¿qué me dice, lo vestimos como el caballero que usted es…?“.
“Ni soy inglés, ni diplomático, ni me gustan los caballos, ni merezco ese honor de traje tan señorial. Es una historia interesante, muy curiosa y me gustan estos rollos, pero no me has convencido amigo“. ¡Lo cacé!
“Estimado señor, ahí es donde se equivoca. Usted hace unos cuantos años realizó una acción de valor y audacia que salvó muchas vidas y evitó mucho sufrimiento. Sé que no le gusta hablar de ello y ese acto ha estado en el anonimato. Su orgullosa hija me lo contó cuando empezamos a trabajar con el novio, y esté tranquilo y seguro que de mi no debe preocuparse jamás por su secreto. Pero la medalla al mérito concedida por el gobierno que tiene guardada necesita que le dé el aire, esa que según me cuentan, usted no sabe cuando se la pondrá antes de “picar billete”. Por su hija y su yerno, orgullosos de usted, por su esposa, por su condición de héroe para todos a su pesar, déjeme hacerle el chaqué donde debe reposar en la solapa ese símbolo de orgullo para todos los suyos en ese día tan especial y para el recuerdo. Si algún cliente de los que he vestido con esta prenda a lo largo de los años es digno de ella y lo que representa fiel a su origen, ese de verdad, es usted”.
Tras un breve silencio, el hombre miró a su yerno y en el gesto resignado se leía perfectamente que le decía “bocazas”, pero éste le mantuvo la mirada, callado, luego bajó la vista al suelo, como recordando algo muy lejos de allí… Levanto la vista de nuevo y acercándose a mi y extendiendo la mano para estrecharme la mía fuertemente, me dijo: “el negro no me gusta, es como de luto…
“¿Puedes hacermelo todo completo en gris…?“.
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